30.11.08
PERSéFONE
Perséfone no encontró oposición en nada. No había ninguna razón por la que no correr, o no nadar, o no besar, o no gritar.. no había nada que le obligara a parar el impulso, y eso le extrañaba mucho, pero se dejaba llevar por los ratos de dulce de leche y espuma de mar. Su columna vertebral se estiraba más de la cuenta, parecía milagrosamente flexible, se le pegó una sonrisa a la cara, sus labios húmedos se preparaban para besar y ser besados, todo a su alrededor brillaba y aún no era navidad. Así que se bañó en agua limpia, se vistió de blanco y atravesó el corazón de su amado con toda la delicadeza que pudo. Se instaló allí, pequeña y callada y esperó a ver que pasaba.
Llegó el invierno y no pasó frio, seguía viva, así que se sintió tranquila y siguió tejiendo su mundo interno como siempre había hecho. No esperaba nada ni soñaba nada, sólo seguir viva, caliente y segura.
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2 comentarios:
ains, quien fuera Perséfone... muac, ahora sí...
Crece Perséfone
tan encorazonada
como una Venus...
Mua!
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