ORI ente

He estado de viaje, he ido a un pais muy exótico donde todas las calles estaban llenas de azucar duro que se pegaba a los zapatos. Era un país curiosísimo, tenían un extraño rito: cogían a tres hombres, los vestian de mamarracho con turbantes y pelucas, y los montaban en un carro con más máscaras. Ellos llevados por el rencor, cogían lo primero que pillaban y lo tiraban con fuerza a los viandantes, que se mofaban riéndose. Pude comprobar alucinada que se trataba de caramelos envenenados: nunca ví a nadie comerlos. En mi visita a aquel lugar de horror, pude observar que también obligaban a los chiquillos a subir a los carros vestidos de payasos, pero ellos se vengaban lanzando objetos con toda la saña que podían.
Un loco me dijo algo de oriente, de reyes y camellos.. pero deduje que era tonto, porque estabamos en occidente, en qué cabeza cabe que montaran un teatro callejero sobre un cuento asiático? no, no tenía sentido que eso desembocara en una de las tradiciones más arraigadas de una cultura tan opuesta a la otra. Luego me contaron que si la noche de los juguetes, que si los niños.. la ilusión. Mira, dije, a mí que me dejen, esto lo ha montao el dueño de la fábrica de juguetes del pueblo pa hacerse rico, y le ha dao resultao.



-Pues si no te gusta no lo veas, me dijo un perro.
--ya, pero es que.. quién le explica a mis 5 hijos lo de intentar no borreguear en la vida..ante semejante parque de atracciones?
-pues entonces jódete, me dijo el perro
--pues eso hago, le dije mientras cosía la pluma del traje de paje de mi niño


Al llegar a casa tenía 6 kilos de caramelos pegaos en cada zapato, estaba dos centímetros más alta, y dos pueblos más cabreada. Eso sí: Integrada socialmente y fomentando las tradiciones ancestrales del cortinglé.