El abrigo de pieles era tan calentito que no se percató de la ola de frío. Tenía tan poco que hacer, que decidió que cuando llegara a casa se tumbaría en uno de sus cómodos sofás del precioso salón rosa. Al pasar por la caja se miró en el espejo, echó una mirada de desprecio a la cajera y le dijo a su sirvienta sudamericana de 60 años que se diera prisa en empaquetar, que se sentía un poco tensa en ese ambiente.
Las cámaras de televisión la esperaban a las puertas del super, ella se puso muy derecha, se cruzó aún más su precioso y carísimo abrigo de piel de marta sibelina y se armó de valor para capear a esos paparazzi tan pesados.. Había hecho una gran compra y el carro estaba a rebosar, la sirvienta lo empujaba como podía para salir del centro comercial. Se acercaron a un cochazo, el chofer les abrió el maletero y se alejaron de esa dosis de realidad tan desagradable.
Norma, con un abrigazo de tropecientos millones, acompañada del servicio doméstico, es una imagen que nunca olvidaré, creedme. La ví y me fuí derechita al cuarto de baño..
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